6 DULCES GENERACIONES
CON HISTORIA
DESDE XIXONA A BILBAO
UNA DULCE HISTORIA
XIXONA
Estamos ante una singular relación comercial, ya histórica, entre la villa de Bilbao y mi familia.
Una familia de agricultores y emprendedores alicantina, originaria del muy turronero municipio de Xixona.
BILBAO
MI BISABUELO MIGUEL GALIANA Y
MI ABUELO ELADIO IVÁÑEZ, LOS PRECURSORES.
Fue mi bisabuelo Miguel Galiana, pionero de esta relación, quien en torno a 1850 dio el paso de cargar su carro repleto del producto estrella de nuestra tierra y trasladarse 800 kms al norte para comercializarlo durante las semanas previas a la Navidad. La ubicación elegida: el actual Casco Viejo, y concretamente el portal número 12 de la calle Correo, también alternado con otro portal en la calle Bidebarrieta.
MIGUEL GALIANA
El éxito cosechado por mi bisabuelo sirvió sin duda de acicate para la llegada de nuevos turroneros a Bilbao. Así, la presencia de la figura del turronero alicantino en la ciudad durante las fiestas navideñas – hubo años en los que se llegaban a concentrar hasta 15 comerciantes – llegó a convertirse en una muy popular y entrañable tradición.
ELADIO IVÁÑEZ COLOMA
Sería su yerno, Eladio Iváñez Coloma, quien continuase e impulsase la tradición turronera, modernizando, ya desde comienzos del siglo XX, la comercialización de nuestros productos. En primer lugar, y junto con otros socios y amigos, fundó una Cooperativa para posibilitar una mejor y más eficiente producción, y en segundo lugar estableció la marca – su propio nombre – del producto, el cual hasta entonces se vendía al peso, sin ningún tipo de denominación.
Mi abuelo fue también quien tuvo la idea de instalar un llamativo y atrayente tenderete o mueble expositor a la entrada del portal; tenderete que aún hoy podemos contemplar en Correo 12 y que es ya todo un símbolo comercial de Bilbao.
“Del portal al piso:
toda una experiencia de venta”
Tras mi abuelo Eladio Iváñez (fallecido en los años 60), sus hijos, mi madre Adelia y su hermano Eladio (que falleció sin descendencia), continuaron viniendo a Bilbao cada Navidad, siendo yo misma la que he mantenido la tradición de la venta del turrón en el portal de Correo 12.
Las inundaciones de agosto de 1983 alteraron la tradición de la venta en tan singular espacio, de tal forma que a partir de las navidades de ese año, los Iváñez nos vimos obligados a abandonar el portal – que no el edificio -, trasladando la venta al piso primero, que hasta entonces había hecho las funciones de almacén.
Tal y como recuerdo desde siempre, la venta en el piso era “especial, agradable, divertida”, tanto para nosotros como para los clientes, que ordenadamente hacían cola en las escaleras del edificio y a quienes en ocasiones obsequiábamos con una degustación de producto para hacer más llevadera la espera.
En 2003 se une de forma definitiva mi hijo Iván – quinta generación de la familia – , y que ya apuntaba “maneras” desde muy pequeño, continuando en el piso de Correo 12.
Una ubicación que apenas duró un par de años más, ya que en agosto de 2005 (en plena Semana Grande bilbaína), pude hacer realidad un deseo que llevaba mucho tiempo madurando: volver a los orígenes de la tradición, la venta a pie de calle, aunque esta vez no ya al portal – donde no era posible -, sino en el local adyacente al Portal de Correo 12. (“Correo 12”, y la imagen de referencia mía de pequeña con mi abuelo son marcas registradas)
“Más que un producto, vendemos un sentimiento”
También tenemos en cuenta las diferentes necesidades y demandas de consumo, al contar con productos sin gluten, sin lactosa, sin azúcar o ecológicos. Nuestra oferta de productos supera con creces el centenar de referencias, siempre manteniendo la calidad de los ingredientes de elaboración como requisito indispensable.
El cuidado de nuestra relación con los clientes es otro aspecto que nos caracteriza. Somos conscientes y así lo sentimos, que el nuestro no es un negocio al uso, que – en palabras de Iván -, “nosotros vendemos alegría, Navidad… un sentimiento”. Y así, basándonos en esta singular idiosincrasia – fundada tanto en la ya histórica vinculación con la ciudad como en el hecho de que nuestros principales productos son parte indisoluble de unas fechas tan señaladas como las fiestas navideñas – desarrollamos una detallada política de atención al público.
Dicha atención la reflejamos en iniciativas como la organización de catas públicas (de helados, turrones…), el regalo a los niños de los famosos perritos de mazapán, o a los adultos de los ya tradicionales calendarios… y la reflejamos especialmente en la esmerada atención personal que ofrecemos en el propio mostrador.